Cultura
En lo alto de una colina, sobre las aguas que una vez cubrieron el antiguo Mansilla, se erige la Ermita de Santa Catalina. Esta joya románica del siglo XII no solo sobrevive a las inclemencias del tiempo, sino también al embalse que transformó su entorno. Su ábside semicircular, adornado con capiteles que cuentan historias de vegetación y cabezas esculpidas, es una de las pocas partes que ha resistido la embestida de las aguas.
Las excavaciones recientes han revelado que esta ermita no es solo un simple edificio de culto, sino el último vestigio de una historia mucho más amplia. Abajo la ermita, se han desenterrado restos de una iglesia románica del siglo XIII, y debajo de esta, los cimientos de una estructura aún más antigua. La evidencia apunta a un templo rectangular que podría datar del siglo IV o V d.C., sugiriendo que Mansilla fue un importante centro religioso y social desde tiempos remotos.
La historia nos cuenta que, cuando el pueblo original tuvo que mudarse al nuevo emplazamiento debido a la construcción del embalse, el ábside de la ermita fue cuidadosamente preservado y transformado en una ermita. En medio de su entorno pintoresco y las tumbas altomedievales que la rodean, la Ermita de Santa Catalina no solo guarda el recuerdo del antiguo Mansilla, sino que también nos ofrece un portal a las épocas pasadas, con cada piedra narrando su propia leyenda.
En el Alto Najerilla, la naturaleza susurra y los pueblos te cuentan sus historias. Respira hondo, pisa tierra viva y siente lo auténtico
Julio Grande