Naturaleza
En Anguiano, junto al río Najerilla, se encuentra la Cueva de Nuño, un lugar lleno de historia y leyenda. Dicen que en esta cueva vivió un bandido llamado Nuño, un hombre de Montenegro que, junto con su hijo, se dedicaba a asaltar a los campesinos que pasaban por la zona. La cueva, con una entrada escondida y una peligrosa salida a un precipicio que daba al río, era el escondite perfecto para sus fechorías.
Todo cambió el día que su hijo, al intentar coger agua desde la salida de la cueva, que daba directamente al río, perdió el equilibrio y cayó al vacío. La muerte de su hijo fue un duro golpe para Nuño, quien, lleno de arrepentimiento por todas las maldades que había hecho, empezó a rezar por su hijo y a pedir perdón por sus propios pecados.
Un buen día, según cuenta la leyenda, se le apareció un ángel y le indicó el camino para redimirse: encontrar la Virgen de Valvanera (cuyo nombre hace referencia a los ríos y barrancos que rodean el valle). El ángel le dijo que la imagen de la Virgen estaría en un roble, que sobresaldría sobre los demás árboles, y que en su interior habría un enjambre de abejas. Debía encontrar la ayuda de un sacerdote llamado Domingo, que vivía en Brieva. Nuño, con la esperanza de encontrar la paz, hizo caso al ángel y buscó a Domingo. Juntos, emprendieron un largo camino hasta llegar a la Virgen de Valvanera, a la que encontraron en la Ermita del Cristo. Allí, Nuño pidió perdón por todo el daño que había hecho y, desde entonces, después de cumplir con su misión, Nuño decidió retirarse a una cueva, donde pasó el resto de su vida en soledad, dedicado a la oración y la reflexión, hasta que finalmente murió.
Hoy, la Cueva de Nuño sigue en pie, recordándonos esta historia de tragedia, arrepentimiento y redención. Más allá de la leyenda, la ruta hacia la Cueva de Nuño es una verdadera joya para los amantes del senderismo. A lo largo de unos 11 kilómetros, el recorrido ofrece una inmersión en la naturaleza que rodea Anguiano, donde los abruptos barrancos y el verde frondoso del entorno crean paisajes de gran belleza. El sendero, aunque exigente en algunos tramos debido al desnivel y a las estrechas sendas que cruzan la montaña, recompensa al caminante con vistas espectaculares del río Najerilla, que serpentea entre las rocas y da vida a este entorno.
La entrada a la cueva, escondida entre la vegetación, añade un toque al recorrido. El acceso a pie puede resultar algo desafiante debido a la pendiente y a la roca desnuda, pero es un esfuerzo que vale la pena. Al llegar a la cueva, los visitantes pueden contemplar no solo el sitio que una vez sirvió como refugio para Nuño, sino también una ventana natural que se abre sobre el valle, con una impresionante vista del precipicio y el río más abajo. La salida de la cueva, que daba directamente al vacío, resalta la peligrosa geografía que hacía de este lugar un escondite casi inaccesible.
La Cueva de Nuño no es solo un destino para los aficionados a la historia o los senderistas, sino también un lugar de reflexión, donde la naturaleza y la espiritualidad se entrelazan en un paisaje que invita a la contemplación.
En el Alto Najerilla, la naturaleza susurra y los pueblos te cuentan sus historias. Respira hondo, pisa tierra viva y siente lo auténtico
Julio Grande